Me pregunto si mi escritora favorita pensará a menudo en que un alguien en concreto le va a leer. Caer en ese pensamiento es un absoluto desastre, porque entonces dejas de escribir porque quieres y empiezas a hacerlo porque tienes. Y ahí vienen los problemas. Usar esta palabra, o mejor otra. No hacer referencia a esa expresión, por demasiado manida o por algo irrespetuosa, quizás. Y luego, el bucle, y entonces, la nada.
Demasiadas veces se dejan de hacer cosas por lo que piensen los demás, y lo peor es que no es “cualquier demás”, nos importa lo que las personas con nombres y apellidos piensen, lo que piensa mi madre, mi pareja o incluso ese ser absolutamente irrelevante que estudió conmigo el bachillerato, da igual. El problema es que haya tenido algún contacto contigo, el que sea, puede ser tu madre o el portero de tu edificio, y no tengo muy claro cuál de los dos es peor.
Keep reading with a 7-day free trial
Subscribe to Semanario en Júpiter to keep reading this post and get 7 days of free access to the full post archives.