El club de los proyectos muertos
¿Cuál es el proyecto que dejaste morir y que aún te persigue?
¿Queréis saber una mentira? Siempre acabo todo lo que empiezo.
Nadie lo hace, así que tú tampoco. Supongo que tiene que ver, al menos en mi caso, con la romantización de los términos. Puedo decir, sin exagerar ni un poco, que lo único que aprendí en la carrera de periodismo fue esto. Si quieres que te lean y que vuelvan a ti, sólo hay dos cosas que importen: 1.La frase con la que empiezas y 2.La frase con la que acabas. Vale, quizás he exagerado un poco. También aprendí que la mejor forma de escribir es siguiendo el orden “sujeto” + “verbo” + “predicado”, y que empezar un libro con frases subordinadas es sólo para García Márquez.
En fin. A partir de esta especie de mantra, soy incapaz de acabar todo aquello que no tiene un digno final. Y si no lo tiene, si no lo encuentro, si no doy con la tecla, simplemente lo dejo morir. Lo dejo morir aparcándolo y posicionándolo en ese lugar de mi cerebro al que prometo volver y nunca vuelvo. Porque, aunque el proyecto haya sido
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